Uno de los mitos que con frecuencia tenemos que escuchar es que las personas con autismo son incapaces de sentir o de mostrar empatía. ¡Cuánto daño han hecho las afirmaciones que asocian autismo con indiferencia o falta de sentimientos!
Las personas con autismo ríen, lloran, se enfadan, se asombran, tienen miedo, consuelan, desean, abrazan...
A Erik le encanta darnos besos y se me cae la baba, como a cualquier madre, cuando viene, me abraza y me dice: "mamá, te quiero mucho". Erik se asusta ante determinados ruidos, se enfada cuando algunas cosas no le salen bien, nos muestra con orgullo sus dibujos, me consuela cuando estoy malita, tiene muy claro qué regalos desea o pregunta y se interesa por los demás.
Las emociones están ahí. Sin embargo, Erik, al igual que la mayoría de las personas con autismo, puede tener problemas en expresar sus emociones en el contexto adecuado o en interpretar la mímica y el lenguaje corporal de las otras personas para asociarlos a una emoción. Pero, ¡cómo trabaja mi pequeño para lograrlo! y ¡cuánto ha conseguido ya!
Por eso me gustaría compartir "El libro de las emociones", donde he reunido en 83 páginas los ejercicios, pautas, consejos y material de trabajo que llevamos realizando desde hace más de dos años.
¡Deseo de corazón que os ayude tanto como a nosotros!
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